No dejemos de buscar la excelencia

Muy buenas tardes a todos. Me es grato saludarlos, autoridades que presiden la mesa de honor, estimados catedráticos, queridos compañeros, familiares y amigos que nos acompañan en este importante día. Realmente me siento muy honrado por dirigirles estas palabras.

Antes que nada, deseo dar gracias a Dios por permitirnos llegar hasta este instante y disfrutar el triunfo con nuestros seres queridos, agradeciendo su compañía y apoyo a lo largo de todo este proceso.

Gracias también a nuestros catedráticos, pues con su docencia ejemplar, asistencias y enseñanzas han sido un pilar de formación. Sus valiosos consejos sin duda perdurarán a lo largo de nuestra carrera profesional. Por ello puedo afirmar que para muchos de nosotros la imagen de algún docente ha quedado gravada entre los recuerdos más preciados.

Y gracias a todas las personas que, por diversas circunstancias, no pudieron estar presentes en este acto, pero que sin duda alguna estarían orgullosos de nosotros.

Es increíble recordar que hace no mucho tiempo estábamos sentados en un aula esperando ansiosos recibir la primera clase de nuestra primera materia universitaria, preguntándonos si habíamos entrado al aula correcta y viendo a nuestro alrededor, tratando de encontrar una cara conocida en ese mar de nuevas personas.

En este campus se crearon muchos recuerdos, los cuales nos acompañarán por el resto de nuestras vidas. Cómo olvidar todas esas noches de desvelo junto con compañeros, las tardes en las que nos quedamos estudiando en la biblioteca para luego ir por un licuado a la pea, los ratos en la cafe como punto de encuentro, las clases con los queridos pericos sonando en los árboles, los entrenos en el Polideportivo… En fin, innumerables anécdotas de risas, decepciones, motivación y, sobre todo, esfuerzo y persistencia.

La Universidad, más allá de ser solo un lugar para formarnos académicamente, constituyó una etapa magnífica, donde vivimos experiencias únicas, encontramos personas que se convirtieron en amigos y colegas. Acá sentamos las bases y creamos profundos anhelos para nuestro futuro deseado.

Puedo afirmar por todos los que estamos aquí presentes que será imposible olvidar tanto los buenos como los malos momentos. Con ellos forjamos un sello auténtico, el cual la UCA validó con el título que recibimos. En respuesta, reconocemos a la institución como nuestra querida alma mater.

Quiero asegurarles que este no es el fin, sino un inicio. A partir de aquí se vienen nuevos retos y desafíos. Les pido, compañeros, que nunca olvidemos las enseñanzas recibidas durante estos maravillosos años y que no dejemos de buscar la excelencia, que es lo que caracteriza a esta prestigiosa institución.

No me queda más, queridos compañeros, que felicitarlos por este tan merecido logro y desearles lo mejor en sus carreras profesionales y en su porvenir. Estimados, con mucho orgullo les digo: ¡lo hemos logrado! Muchas gracias a todos.